Ecos de Kathmandú

Esto es un diario en retrospectiva, la historia de un mes de voluntariado en Nepal, una guía de pensamientos y vivencias que necesitan espacio para respirar agusto, demasiado pequeñas para una sola mente...

domingo, 4 de noviembre de 2007

16/07/07



Dakshinkali

Cuando me levanté todavía no había salido el sol. Las 4:30 de la mañana. Me quité las legañas, me duché (agua fría... me está empezando a gustar), me vestí y esperé al resto. Fuimos todos menos el padre, que tenía que trabajar. El camino fue duro. Una hora de pie en un bus nepalí petado, y eso sin contar con que la altura es demasiado baja para cualquier occidental más o menos alto. Pero era bonito, lo poco que pude ver por los cristales sucios. El valle de Kathmandú es bonito, si no contamos la ciudad, claro.
Al final llegamos a las montañas donde se asienta el templo de Kali. Está situado en un sombrío pozo entre dos montañas y con un pequeño riachuelo que baja cantando en el valle. El bosque de alrededor es de una gran belleza. Demasiado inocente para lo que se cuece dentro de la capilla de Dakshinkali.
Al acercarse al templo tienes que cruzar una inmensa cantidad de puestitos donde encuentras de todo. Desde animales para el sacrificio (gallinas y cabras), ofrendas de vegetales, tika,... cosas religiosas, hasta todo tipo de cosas raras que sólo se encuentran en los bazares chinos, como pistolas de plástico y baratijas feas.

La familia nos llevó al templo y yo creí que no podríamos entrar, pues muchos templos hindús son sólo para hindús. Pero si no podíamos daba igual, nos arrastraron al interior. Para ello tuvimos que quitarnos las zapatillas y andar descalzos por barro. Aunque eso era lo de menos. Al entrar el suelo estaba cubierto por una mezcla de sangre, tika, flores, coco y otros vegetales. Curioso. Miles de hindús (bueno, muchos) se agolpaban literalmente frente la estatua de Kali, la oscura. Casi no la pude ver entre tanta gente. Hicimos una ofrenda de flores y rupias, yo incluido. Luego estuve mirando las estatuas bañadas en sangre, a la derecha de Kali. Da cosilla verlas. Y más cuando un tío al lado está cortándole la cabeza a una gallina y esparciendo la sangre por doquier. Me llevé alguna salpicadura. Eso sí, me fui antes de que mataran a la cabra que iba detrás. Había tenido suficiente espectáculo macabro. Una vez fuera hice fotos a todo. No tan buenas como las que podía haber hecho dentro, pero no me atrevía. Primero porque salí en estado de shock, luego por respeto y por último porque la atmósfera es tan intensa que lo vives con ellos. Cabezas sueltas sin cuerpo, cuerpos sueltos sin cabeza, sangre, cánticos, incienso, velas, yogis y cabras siendo bendecidas. ¿Sabéis? No me pareció tan mal. Lo de sacrificar animales es algo controvertido, pero aquí tiene un significado más que religioso. Al lado del templo había una caseta donde descuartizaban los cuerpos y al final te podías llevar la cabra/gallina/búfalo a casa, listo para comer. Es una forma de matar tus animales y dar gracias a los dioses por ellos. Además los limpias y quedan listos. Seguro que tienen mejor calidad que los de las tiendas, porque las carnicerías de aquí no son de fiar... eso de ver moscas revoloteando sobre carne expuesta en la calle a merced de la polución no es apetecible.
Aun así fue una experiencia. Nos pusimos arroz teñido en la frente y comimos algo (a que lo contado abre el apetito? Pero no había comido nada...). Al acabar visitamos el templo hermano de Kali, que se asienta en lo alto de una montaña cercana. Es un paseo agradable, no muy difícil. este es más pequeño, y sólo para hindús, pero te podías pasear por fuera y ver las vistas. En realidad también el interior, porque no tenía paredes, sólo una valla.
Este templo está dedicado a la madre de Kali, y está conectado con el anterior. El motivo por el que están tan separados (uno en una hondonada natural entre dos montañas y otro en la cima de una) es el siguiente: Kali "la oscura" es carnívora, bebe la sangre de los animales y los toma como ofrenda. su madre (o hermana, en otra versión) es, sin embargo, vegetariana, por lo que recibe ofrendas de grano y verduras. Debido a su naturaleza opuesta se las mantiene separadas, pero unidas por su vínculo familiar.
Fue muy emocionante, la verdad. La primera vez que me meto de lleno en un ritual de esta naturaleza.

Una vez visto esto comimos una especie de cuajada (harina y leche algo fermentada, era dulce...), que es tradición comprarla cada vez que vas a Dakshinkali, vimos un coche nuevo siendo bendecido (esto sí que era raro, con el capó abierto, incienso, tika, flores... a lo mejor era para protegerlo de golpes, para que dure más o para que el motor sea más potente, ni idea, maalai taha chhaina!), y nos montamos de vuelta a Kathmandú.
El viaje de vuelta fue largo, más que la ida, porque estaba reventado. Esta vez, sin embargo, pude ir sentado, y por eso me quedé dormido. Probablemente tardamos lo mismo, pero se me hizo eterno. Una vez en Kathmandú fuimos a ver "Harry Potter y la orden del Fénix". Los cines de aquí no están tan mal. Los trailers de películas hindis son interesantes. No pillas nada, pero te quedas con las ganas de verla entera para admirar sus bailes Bollywoodienses. Aquí son algo especiales con las pelis. En el cine puedes hablar por el móvil y comer bolsas, hamburgesas, pizzas, lo que quieras y te venden dentro. Era molesto oír comer y hablar en voz alta a la gente, pero eran ratitos y pude ver la peli en condiciones. No está mal, prefiero el libro, aunque el libro también pierde comparado con el cuarto, a mi parecer. La próxima semana sale el último, a ver cómo acaba...

Luego poco. Descansé en casa y bajé a la oficina a ver si encontraba a alguien. Tres nuevas voluntarias, Kylee y Sabin. Los arrastré a "The Hut" para tomar la última birra, junto con Lucy y Sujan que aparecieron luego. Le recordé a Sabin que me debía la camiseta, me hice las fotos oportunas y a casa a cenar. Mi penúltimo dhal baat ( y todavía no sé cómo coño se escribe xD), al parecer mañana lo desayuno también.
Ultimo día, lo justo para empacar y despedirme del resto.
Les dí los regalos a la familia. Parece que les han gustado. Me han regalado una camiseta. No digo que sea mi estilo, pero no está mal, jeje. Ahora a dormir, mañana será un día duro y no creo que duerma mucho en el avión.

Fotos del día: Lucy, Anju y Sanju esperando al autobús, las pillé desprevenidas, porque no se dejan hacer muchas fotos xD. Puestitos a la entrada del templo de Kali, vendían sobre todo baratijas. Cabra siendo bendecida antes de que le corten el cuello, la pobre no sabe lo que le espera. Imagen del interior del templo de Kali, sobre todo del incienso que inundaba el lugar. Lo que veis rojo son las esculturas que se bañan con la sangre de los sacrificios, ahí aamaa (mi madre nepalesa) está ofreciendo grano. Vista general del templo, parece un poco rústico, pero lo importante es lo de dentro. Vista del bosque que rodea el lugar, o parte de él, dicen que por él rondan tigres, espero que sea verdad. Puesto de utensilios religiosos para ofrendas o adorno. Coche siendo bendecido, todo un espectáculo. Anish y yo haciendo el tonto, se te echa de menos pequeñajo. Templo de la madre de Kali y las escaleras para llegar a ella. Familia sin el padre, pero con Lucy. Grupo de voluntarios en "The Hut", de izquierda a derecha John, Sujan, Sabin y yo. Sanju posando con el mantón que les regalé, para que tuvieran un recuerdo de España, una imagen rara la de un nepalí con mantón :P.

1 comentario:

Lucía Azanza García dijo...

Dios.. menuda entrada.. se me paro la sangre leyendo lo de los animales y después con la despedida.. me quede con esa sensación de tristeza