Ecos de Kathmandú

Esto es un diario en retrospectiva, la historia de un mes de voluntariado en Nepal, una guía de pensamientos y vivencias que necesitan espacio para respirar agusto, demasiado pequeñas para una sola mente...

miércoles, 31 de octubre de 2007

15/07/07



Kathmandú
Un día duro. Me levanté algo jodido de la garganta. Al parecer la mitad de los voluntarios están igual que yo. No consuela pero al menos debe ser algo normal. De todas formas no podía dejar que eso parase mis planes del día, así que me dopé y fui al curro.
Hoy por fin le dimos caña al asunto. Todavía no podemos cubrir las paredes, pero filtramos toda la arena, y es mucho. Acabé con los riñones destrozados. Menos mal que Sugandha subió conmigo y me llevó en moto, así que me ahorré la caminata, al menos esa.
Hoy llovió de forma monzónica, pero no durante mucho tiempo. Es un año raro. Una cabra se coló en la obra para no mojarse y se plantó en medio como si no estuvieramos. Una vez acabó la obra fui a casa. No paré mucho, pues ya era algo tarde y quería visitar algunos templos.
Así que fui a Baneshwor y descubrí que mi estómago está hecho de hierro. Comí en el sitio más pordiosero que he conocido. ¿Por qué entré ahí? Porque parecía muy típico. Tan típico que el menú estaba sólo en nepalí, así que pedí los platos que me conocía. No estaba mal, pero la presentación podría mejorar. Eso sí, barato. Si no me voy por la pata abajo con esto ya nada puede.

De ahí cogí un taxi hasta Gokarna Mahadev. Me aseguré tres veces de que el taxista conocía el camino, porque parece que lo único que les preocupa es la pela. Me dijo que sí, luego le fue a preguntar a otro, y ya me mosqueé, pero me hizo un buen precio. Y acabamos llegando, aunque tuvimos que preguntar por el camino a la gente.
El templo de Gokarna es precioso, uno de los que más me han gustado por aquí. Tal vez sea por el hecho de que estaba completamente desierto y pude deambular por donde quise. Esculturas rodeando una pagoda de tres pisos dedicada a Shiva, a la orilla del río sagrado Bagmati. Tres tramos de irregular escalera de piedra que siguen el perfil natural del río dan acceso al templo. Shiva yace en un lecho de pétreas cobras justo encima de donde los escalones entran en el agua. Llovía algo, pero se estaba bien. Había dos vacas en el lugar, y parecían parte del templo, porque no se movieron en todo el tiempo.
Vi la escultura de Parvati, del siglo VIII, muy bonita, situada en una pequeña capilla aislada entre el templo y la carretera principal. Al lado del río está Visnú Paduka. Un pequeño edificio con 16 placas de metal que representan las pisadas del dios. Tiene el pie pequeño, y eso que se recorrió el mundo en tres zancadas. Es del siglo XIX y es donde se celebran los ritos funerarios e la zona. Alimentando el río con cenizas de muerto. Lo que más me gustó de todo fue el árbol bodi que hay al lado de Visnú Paduka. En la base había un hueco donde se ha construido una pequeña capilla. Los nudos del árbol le dan un aspecto mágico. Dentro está lo que podía ser un lingam o más posiblemente un huevo (¿el huevo cósmico del que surgió el mundo?) Ni idea. Pero me gustó. De ahí pregunté a más de un paisano el camino a Kopan. Me enviaron por un camino de tierra que se adentraba en un bosque de coníferas. Al principio no parecía muy acertado, pero al poco rato lo ví en la lejanía. Casi no me perdí. Sólo en una ocasión, que elegí mal camino en una bifurcación. Fui por el más empinado haciendo caso a Murphy, pero me falló. Aunque no fue mucho trozo y pronto volví al buen camino. Es un paseo precioso. Pasas por pequeños poblados, campos de arroz, bosques de coníferas y bambú, hasta por un poste de alta tensión. Todo con unas vistazas al valle de Kathmandú. Ya no llovía, y las nubes creaban efectos muy chulos con las montañas, que parecía que se las tragaban. Fue como una hora el paseito. En mi guía viene señalado como si fuese menos, pero vale la pena.

El monasterio de Kopan está en la ladera de una montaña en los límites del valle de Kathmandú. Es un monasterio tibetano, gigante, y merece la pena visitarlo. Aunque, para ser sincero, me gustó menos que el templo de Shiva, o el monasterio tibetano de Boudhanath. Este estaba bien. Muchas pinturas, mucha paz. Era como una ciudad en miniatura. Pero creo que prefiero a los monjes Theravada, jeje.
Estuve paseando por sus jardinazos y viendo las stupas. No hay problemas en entrar y parece que hasta te puedes quedar a dormir (no sé cuánto costará). Es un buen sitio. Aquí se puede comprar ropa de monje por 1000 rupias. Las hubiera comprado, pero no me gustan los trajes tibetanos. Prefiero la simplicidad Theravada. La túnica sola mola mucho más.
Ya era tarde cuando salí del monasterio, las 6 o así. Me apresuré a bajar el monte y me acerqué todo lo que pude a Boudhanath, hasta que me monté en un tuk-tuk. Un viaje extraño, ya que a mitad del recorrido me quedé solo en él. Comparado en cómo suelen estar me sentía como un rey en esa lata de 2.5x1.5x1.5 metros ¡Cuánto espacio!
Una vez en Baneshwor compré unos recuerdos para la familia y me subí al bus. Ya era de noche, sobre las 7:15 y llegué a casa media hora después.
No se molestaron, al parecer, aunque me preguntaron por qué llegaba tan tarde. Comimos roti con tarkari y con miel (por separado, por dios XDD) y de ahí a la cama.
Al día siguiente saldremos a Dakshinkali a las 5 de la mañana. Les dije esta mañana que quería ir y se ofrecieron a llevarme. Anju había prometido ir si pasaba los exámenes, así que ya tenía excusa. Pero al final no puede ir y vamos el resto. Puede ser divertido.


Fotos del día: Yo en la obra, todo calado por lo que llovía. La cabra que se nos coló en la obra. Vista general del complejo de Gokarna Mahadev, me encanta. Escultura de Ganesha y una vaca al fondo, que no se movió en todo el tiempo que estuve yo por ahí. Escultura antigua de Parvati, vestida con traje de novia, al parecer, y sostenida encima de un loto. Árbol bodi del que me quedé enamorado, con el huevo cósmico y todo eso. ¿A que mola? Otro vistazo del árbol desde un lateral, con su ventanita y todo. Pie de Visnú comparado con el mío, tampoco es tan grande xD. Shiva en un lecho de cobras de piedra. Vista de las montañas mientras iba hacia el monasterio tibetano. Vista del monasterio tibetano cuando iba hacia él. Una foto del camino, bosque de coníferas con las banderas de oración ondeando.. poco después me enteré que por estos bosques rondan tigres y yo paseando tan feliz XDD. Monasterio, con los niños minimonjes jugando en las puertas. Rueda de la vida como las típicas que están pintadas en las paredes de todos los monasterios de la zona, pero mola. Stupa con unas vistazas increíbles del otro lado del valle y unos detalles muy propios de los tibetanos. Aun así se respiraba una paz enorme en el lugar.

1 comentario:

Lucía Azanza García dijo...

Hacia mucho que no te leía.. pero lo sigo haciendo poco a poco..